Las relaciones humanas se caracterizan por su dinamismo , por su constante evolución. Tambien las relaciones de pareja. Lo preocupante respecto a éstas es que en muchas ocasiones evolucionan hacia la desavenencia, hacia el desencuentro.
Cuando nos enamoramos en muchas ocasiones vemos en la pareja el reflejo de nuestros anhelos, nuestros deseos...., puede que, para nosotros, sea aquello que quisieramos ser, que actue como nos gustaría actuar.... o tal vez, puede que nos fascine su diferente pespectiva de las cosas.
Pero con el tiempo, aquello que tan atrayente nos resultaba, aquello que tenía su gracia por diferente puede que comienze a molestarnos. Y donde veiamos audacia vemos irresponsabilidad, donde había alegria sentimos irreverencia, donde había responsabilidad percibimos perfeccionismo....así podriamos continuar enumerando virtudes ya lejanas convertidas hoy en insoportables defectos.
Dice la sabiduría popular que " NO SE PUEDE PEDIR PERAS AL OLMO". Creo que refleja muy bien lo que ocurre en muchas parejas, pasado el periodo de enamoramiento inicial se emprende el camino de reconversión de la pareja, queriendo que ese olmo pierda su esencia del olmo para convertirse en pero con sus frutos y todo.
Puede ser que en un principio estemos dispuestos a olvidarnos de nuestro naturaleza de olmo para satisfacer los deseos de la pareja, pero es ilusorio, el olmo tiene sus características, su belleza, su magestuosidad, ofrece sombra frondosa en verano pero no peras. Logicamente el resultado para quien las espera es de frustracción y el sentimiento del que no dá lo que no puede también.
Cuando comprendamos esto y sepamos enamorarnos de las diferencias empezaremos a admirar ese olmo elegante, frondoso, magestuoso que se alza ante nosotros y que los peros no nos dejaban ver.
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